En ocasiones, cuando nos encontramos con un entorno donde un menor de edad ha sido abusado, podemos detectar que hay un “cuidador ciego”, y ¿Qué es esto del cuidador ciego?
Al hablar de “cuidador”, hacemos referencia a la persona responsable del cuidado y atención del menor de edad, que en muchos casos son los padres, como en otros pueden ser los abuelos u algún otro familiar; por diversas circunstancias los niños quedan a cargo de alguien para su cuidado durante el día o permanentemente. El cuidador es la persona que se espera le dé protección al niño y un bienestar para su crecimiento y desarrollo.
Por el contrario, cuando hablamos de cuidador ciego, dilucidamos que hay ceguera en la persona responsable del menor para velar por su cuidado, atención y bienestar integral; sea por omisión, negligencia emocional, ausencia o falta de atención.
Cuando esto se presenta, el niño que está en fases de exploración del mundo, de construir una percepción del mundo en que habita, sentirá una sensación de soledad, “niebla”, indefensión, y si el niño está sufriendo de abuso será difícil que tenga el valor para enfrentarlo y contarle al cuidador por miedo a chocar con la incredulidad del mismo.
El cuidador ciego, es el cuidador que tiene conocimiento del abuso al niño o niña, y aun así lo pasa por alto, haciendo de cuenta que nada pasa, incluso puede llegar a hacer que la víctima niegue los hechos para no tener que enfrentar esa realidad (negación, minimización de los hechos como no graves o idealización por el agresor como alguien incapaz de cometer esos actos).
Esto se da porque la persona no comprende como un familiar o amigo puede causar un abuso, esa persona en la depositaron confianza, conocen desde hace años o porque lo tienen en otra percepción de moralidad como alguien incapaz de cometer algo semejante. No le cabe en la cabeza, no logra hallar una razón en su comprensión y, por ende, el mecanismo “más fácil y seguro” que encuentra la persona es omitir, minimizar o negar los hechos para no luchar con el dolor.
Lo que nos lleva a que el niño se sienta solo, abrumado, sin confianza en contarle a alguien por miedo a que no le crean y el abuso continúe; también puede provocar que el niño intentando entender que pasa, al ver que el cuidador no haga nada, lo normalice y no lo tome como que pasa algo malo o grave.
Podemos toparnos con que el cuidador ciego, guarde silencio por temor al agresor:
Con este blog no pretendemos culpabilizar al cuidador, damos un signo de alarma, y como profesionales intervenimos este signo de alarma, de qué hay algo más allá en el cuidador del porqué guarda silencio, omite o niega y debemos ver qué pasa para brindar la ayuda pertinente.
Fuente: Cuidadores ciegos por Javier Elcarte, psicólogo especialista en trauma.
Carolina Vargas Marín psicóloga de Fundación Paula Cristina, prevención al abuso infantil.
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