Aunque cada caso hay que estudiarlo y tratarlo a fondo y en su contexto, cuando se da el caso de menores que abusan sexualmente de otros comienza el gran estigma que existe alrededor de este tipo de conductas. Lo principal es no perder la calma y no recurrir a castigos o agresiones físicas y psicológicas que impliquen la afectación del menor o que profundicen la gravedad de los hechos. En estos casos podemos estar hablando de menores que presentan problemas de conductas y en otros trastornos de conducta.
Las causas que subyacen a los problemas o trastornos de conducta no podemos establecerlas con rotundidad para todos los casos, hay que analizar cada caso concreto ya que en ellos intervienen factores sociales o ambientales, biológicos, familiares, económicos, emocionales o socioafectivos. Estos factores pueden servir de catalizadores para presentar un trastorno de la conducta.
Como padres o familiares del niño lo primero que se debe hacer es llevarlo a una entidad donde reciba atención psicológica o si se requiere atención psiquiátrica con el objetivo de ayudar y guiar al niño a solucionar la conducta y las causas que lo llevaron a esta.
La consciencia y estar bien informados como padres o familia respecto a toda la situacion que implica un abuso sexual nos remite a solucionar y cortar con el patron de conducta, si es que este existe. Recordemos que en gran medida los niños repiten conductas de su entorno social y su conducta es aprendida, por lo tanto es debido evaluar el entorno en donde estamos dejando a nuestros hijos antes de hacer cualquier señalamiento.
Tomamos algunas frases escuchadas frecuentemente respecto a estos niños o adolescentes de la BBC:
“A veces tenemos esta imagen de ellos como demonios, pedófilos. Tenemos que lidiar con lo que han hecho y proteger al resto”, “Pero, en gran parte, estos chicos son vulnerables y han sido abusados”.
“Necesitan nuestra ayuda por las cosas horribles que han hecho, pero no deberíamos olvidar que son, primero y antes que nada, niños”.
Es importante tener en cuenta que los niños que perpetran estas acciones usualmente han vivido experiencias sexualmente no normativas para su edad, han sido agredidos sexualmente y han crecido en un entorno carente de educación sexual.
En este tipo de casos se realiza terapia a los niños con apoyo familiar. El trabajo terapéutico en su mayoría se realiza de la siguiente manera:
– En un primer momento, se centra en asegurarse que el infractor y la víctima están seguros: que el primero no va a volver a delinquir y que la segunda está bien dentro de su comunidad.
– Los adultos que trabajan con los niños ponen en marcha un plan de seguridad y monitorean su comportamiento.
– Evalúan la ofensa, si fue o no un comportamiento normal, único o múltiple, y si hubo consentimiento o violencia.
– En los casos más serios, se produce el traslado y la custodia a un lugar de acogida o a una unidad de seguridad.
– Los agresores aprenden a manejar sus riesgos y a saber qué factores potencian su comportamiento.
– La duración de la terapia varía. Puede haber una orden de un tribunal, por un periodo de tiempo dado; pequeñas sesiones de tres a seis meses; o un tratamiento a lo largo de varios años.
– Se centra en ayudar al niño para que desarrolle control respecto a su propia sexualidad.
– Y por último la Reparación del daño donde el niño agresor repare los hechos con la víctima:
- Aceptar que llevó a cabo la agresión: elemento importante para la víctima
- Reconocimiento de la conducta y sus consecuencias
- Reparar el daño: pedir disculpas a conciencia y realizar una serie de acciones que permitan reparar el daño a la víctima
Tener claro y ser consciente que la situación no se volverá a repetir